Mt 18, 19-20).
Jn 17, 11. 21. 23). Así se comprende bien cuán importante es que nosotros, los cristianos, invoquemos con constancia perseverante el don de la unidad. Si lo hacemos con fe, podemos estar seguros de que nuestra súplica será escuchada. No sabemos cómo ni cuándo, porque no nos corresponde a nosotros conocerlo, pero no debemos dudar de que un día seremos "uno", como Jesús y el Padre están unidos en el Espíritu Santo.
La oración por la unidad constituye el alma del movimiento ecuménico que, gracias a Dios, progresa en todo el mundo. Ciertamente, no faltan las dificultades y las pruebas, pero también estas son útiles espiritualmente, porque nos impulsan a practicar la paciencia y la perseverancia y a crecer en la caridad fraterna. Dios es amor, y sólo convirtiéndonos a él y aceptando su Palabra llegaremos a estar todos unidos en el único Cuerpo místico de Cristo.
La expresión "Dios es amor", que en latín se dice "Deus caritas est", es el título de mi primera encíclica, que se publicará el próximo miércoles 25 de enero, fiesta de la Conversión de San Pablo.
Me alegra que coincida con la conclusión de la Semana de oración por la unidad de los cristianos: ese día iré a la basílica de San Pablo para presidir las Vísperas, en las que participarán también los representantes de las demás Iglesias y comunidades eclesiales. La Virgen María, Madre de la Iglesia, interceda por nosotros.