Introducción
Autenticidad y canonicidad de la epístola
Destinatarios de la 1Jn.
Ocasión y finalidad de la 1Jn
Tiempo y lugar de composición
Doctrina de la 1Jn
Lengua y estilo de la 1Jn
Integridad de la 1Jn
Plan de la 1Jn

Introducción

Autenticidad y canonicidad de la epístola

a) Testimonio de la tradición.- Las tres epístolas de San Juan presentan, sin duda alguna, grandes semejanzas con el cuarto evangelio. Las analogías son evidentes en lo referente a la doctrina, al vocabulario y al estilo. Estos escritos nos muestran un mundo de ideas y un lenguaje que sólo ha hablado y escrito San Juan Apóstol. Un lenguaje sencillo y sublime, al mismo tiempo que transmite un mensaje de verdad, de luz, de pureza y de amor. Toda la ideología teológica es de San Juan.
Por este motivo, la mayoría de los escritores admiten que el autor de los escritos joánicos es el mismo San Juan Apóstol. Y para los que admiten que el cuarto evangelio es obra de San Juan Apóstol no hay ninguna dificultad en reconocer que también San Juan Apóstol es el autor de estas epístolas. Esto mismo se deduce del acuerdo frecuente entre los argumentos internos de dichos escritos y los testimonios más antiguos de la tradición.
En efecto, entre las epístolas católicas, la primera epístola de San Juan es, con la 1Pe, la mejor atestiguada por la tradición. Era ya conocida y recibida en un círculo bastante amplio a mediados del siglo II después de Cristo. Y algunos de los testimonios provienen de iglesias bastante distantes de la iglesia a la cual San Juan dirigió inmediatamente su carta.
El testimonio más antiguo es el de San Policarpo († 155), discípulo del mismo San Juan, que en su Epístola a los Filipenses alude claramente a 1Jn 4, 2-3, y también a 2Jn 7. Eusebio afirma que Papías había utilizado la 1Jn. También es muy probable que la haya conocido San Justino († entre 163-167), como se ve por las citaciones o reminiscencias que se encuentran en sus obras. Al final del siglo II o comienzos del siglo III tenemos el testimonio explícito del Fragmento de Muratori (lín.26-31), que cita el comienzo de la 1Jn 1, 1-4. También se encuentra en las antiguas versiones, como la Vetus Latina (s.II). Es atribuida a San Juan explícitamente por San Ireneo († 203). Clemente Alejandrino († 211) comentó la 1Jn en las Hypothyposeis y atribuye muchas veces la epístola al apóstol Juan en sus Stromata. Dionisio de Alejandría se funda en la 1Jn para hacer observaciones críticas acerca del Apocalipsis.
También es atribuida a San Juan por Tertuliano († 245) y por Orígenes († 254). Por eso, dice Eusebio que, además del cuarto evangelio, la 1Jn es recibida por todos como auténtica. De igual modo, San Jerónimo afirma que era considerada como canónica por todos los hombres competentes de la Iglesia. Y lo mismo enseña, todavía con mayor energía, San Agustín.
Se encuentra asimismo en todos los cánones de las diversas iglesias, tanto orientales como occidentales: así lo demuestran el canon de Mommsen; el canon que nos han transmitido Orígenes y San Atanasio; el canon de Eusebio; el de los concilios de África de fines del siglo IV (Hiponense, Cartaginense III y IV) y la Epístola a Exuperio, del papa Inocencio I.
b) Semejanzas con el cuarto evangelio.- Las pruebas de crítica interna que confirman la atribución de 1Jn al mismo autor del cuarto evangelio, son igualmente abundantes y convincentes. Las semejanzas entre ambos escritos, en lo referente al estilo, a la estructura de las frases, a la repetición de locuciones joánicas, al vocabulario, a la teología, son muy estrechas y acentuadas. "El parentesco es tan estrecho -dice Vogels- cuanto es posible: ambos escritos son todavía más hermanos que no lo son, entre ellos, Lv y Hch, 1Ts y 2Ts, Ga y Rm, Ef y Col. La semejanza es tal, que debe provenir no sólo del mismo ambiente, sino de la misma pluma."
La fraseología de la 1Jn es muy parecida a la del cuarto evangelio. Existen frases semejantes en ambos que no se encuentran en otros escritos del Nuevo Testamento: hacer la verdad; dar testimonio de; permanecer en Dios, en el Hijo, en el Padre (en sentido místico); haber nacido de Dios, de la verdad, del mundo, del diablo; guardar los mandamientos, la palabra. Se encuentran frases enteras semejantes en 1Jn y en Jn.
El estilo también es, en uno y otro escrito, de carácter semítico muy acentuado: proposiciones que comienzan por todo o por kccí, como en hebreo; tendencia al paralelismo, a la antítesis y a la "inclusio." El estilo también parece demostrar que el autor de la 1Jn y el del cuarto evangelio es el mismo. W. F. Howard ha mostrado, en contra de C. H. Dodd, que las concordancias de estilo y vocabulario son tan frecuentes y unánimes, que no se puede dudar de la unidad de autor. Las diferencias existentes son de poca importancia, y menos frecuentes que entre las mismas cartas de San Pablo.
Las ideas doctrinales principales manifiestan también un estrecho parentesco. En ambos escritos, Cristo es llamado Logos, fyíonogenes, Salvador. Se insiste especialmente sobre su venida en la carne y se afirma que logró borrar el pecado mediante su encarnación. La conversión al cristianismo es considerada como un nuevo nacimiento, como un paso de la muerte a la vida. Se encuentran las mismas antítesis: luz y tinieblas, verdad y mentira, vida y muerte, amor y odio, Dios y el mundo, los hijos de Dios y los hijos del diablo, los discípulos y el mundo. Se da mucha importancia a la caridad o amor fraterno, llamado mandamiento nuevo. La 1Jn y el cuarto evangelio dan gran relieve al oficio de iluminador atribuido al Espíritu Santo. Por todo lo cual podemos concluir que en los puntos esenciales -en el terreno doctrinal- coinciden plenamente la 1Jn y el cuarto evangelio.
c) Diferencias de la 1Jn con el cuarto evangelio.- Por otra parte, entre ambos escritos existen diferencias importantes, que han hecho dudar a algunos autores sobre su unidad (J. Reville, J. Wellhausen), y a otros les han llevado a negarla (C. H. Dodd). Algunas expresiones características del cuarto evangelio no se encuentran en la 1Jn: nacer de arriba, ser de abajo, juzgar y juicio, Espíritu Santo, Escritura y Ley (en el sentido de Sagrada Escritura), salvar y salvación, gloria y glorificación, perder y pérdida, buscar, enviar. Por el contrario, ciertos términos propios de la 1Jn no son empleados por el cuarto evangelio: negar el Padre, negar el Hijo, tener el Padre, tener el Hijo, comunión, parusía, propiciación, germen de Dios, anticristo, victoria, mensaje, unción. Además, el estilo de la 1Jn es bastante menos semítico que el del evangelio.
Por otra parte, el nombre de Paráclito, dado en el cuarto evangelio al Espíritu Santo, es atribuido en la 1Jn a Cristo. En la epístola se espera la llegada de la parusía, y esta perspectiva dirige la vida moral. En cambio, en el cuarto evangelio apenas se encuentra semejante idea. La imagen de expiación por la sangre de Cristo no se encuentra bajo esta forma en el evangelio.
d) Conclusión.- No obstante estas diferencias, creemos que la tesis tradicional se impone fuertemente. La razón es que tiene en su favor el testimonio unánime de la tradición antigua, el peso de las afinidades verbales y, sobre todo, las semejanzas doctrinales. Las enseñanzas teológicas son, en ambos escritos, fundamentalmente las mismas, y las diferencias son más bien secundarias y de poca importancia. Por lo cual sostenemos que el apóstol San Juan es el autor de ambos escritos: 1Jn y cuarto evangelio.
Las particularidades propias de la 1Jn se pueden explicar por las diversas circunstancias que motivaron la composición de la carta, especialmente la necesidad de luchar contra los errores doctrinales, que comenzaban a pulular entonces.

Destinatarios de la 1Jn.

La epístola no tiene encabezamiento. Por eso no sabemos con certeza a quiénes fue dirigida. Sin embargo, de la misma 1Jn se desprende que los lectores debían de tener relaciones muy estrechas con el autor. Llama a sus lectores hijitos míos (nueve veces), carísimos (seis veces); conoce la firmeza de su fe, sus disposiciones íntimas, las luchas que han de sostener. La falta de toda indicación concreta de personas y de lugares, que se advierte en la 2.a y 3.a epístolas de San Juan, sugiere que la 1Jn va dirigida a las iglesias de alguna región y no a una comunidad particular. Por otra parte, sabemos que los lectores eran convertidos del paganismo desde hacía tiempo y que estaban expuestos a recaer de nuevo en la mentalidad pagana. Algunos ya habían apostatado abiertamente, convirtiéndose en anticristos. Estas defecciones dejaban vestigios dolorosos en la comunidad. Ante esto, San Juan se decidió a intervenir, componiendo una epístola de carácter pastoral para preservar a los fieles de los peligros.
La tradición antigua afirma que San Juan Apóstol pasó los últimos años de su vida en Éfeso, en donde escribió el evangelio y desde donde habría desarrollado una intensa labor apostólica en favor de las comunidades cristianas de la provincia proconsular de Asia. A estas mismas iglesias habría dirigido San Juan su primera epístola, así como su evangelio. El elogio que hace la 1Jn de la fe de los destinatarios corresponde bien a la situación de las iglesias a las cuales van dirigidas las cartas del Apocalipsis. Algunas merecían, sin duda, el ser amonestadas por haber decaído en su fervor primitivo; pero el conjunto era fiel a la ortodoxia.
San Agustín y otros autores latinos antiguos intitulan la 1Jn de una forma un tanto extraña: Epístola loannis ad Parthos. Como no sabemos que San Juan haya tenido relación con los partos, los autores tratan de explicar este extraño título de diversas maneras. Para unos existiría la confusión con tt??ß tt??ta? = ad omnes, que presupondría en la 1Jn una carta encíclica. Para otros, el origen de la confusión habría que buscarlo en el hecho de que Clemente Alejandrino, en su obra Adumbrationes, presenta la 2Jn como escrita p??? pa?ß????ß - ad virgines. Algún copista habría abreviado la expresión, y, en lugar de t???? tta?3????ß, habr?a escrito p??? p?????? = ad Parthos. El título así modificado habría pasado de la 2Jn a la 1Jn.

Ocasión y finalidad de la 1Jn

Es frecuente entre los autores ver en la 1Jn una carta que habría escrito San Juan para acompañar la publicación del cuarto evangelio y servirle como de prefacio. A esto parece aludir el Canon de Muratonii (1Jn, 27ss) y Clemente Alejandrino. Sin embargo, la mayoría de los autores prefieren ver en la 1Jn un suplemento del cuarto evangelio. Todos, desde luego, reconocen que la 1Jn está estrechamente vinculada al cuarto evangelio tanto por la época de composición como por su finalidad.
Por la misma epístola se ve que en las Iglesias a las cuales va dirigida habían surgido falsos doctores, falsos profetas, anticristos, entregados a toda suerte de desórdenes morales, a errores doctrinales. Afirmaban amar a Dios, y odiaban a sus hermanos; pero más bien amaban al mundo, porque eran del mundo. Pretendían conocer a Dios con un conocimiento especial y permanecer en El sin observar sus preceptos. Y llegaba su locura hasta considerarse sin pecado. Negaban la encarnación de Cristo y afirmaban que Jesucristo no era el Mesías ni el Hijo de Dios. Rechazaban, por consiguiente, la verdadera redención por la sangre de Cristo derramada realmente en la cruz. Con estas doctrinas trataban de seducir a los fieles. Por eso, San Juan, con el fin de oponerse a estas tendencias corruptoras del verdadero cristianismo, confiesa claramente que Jesús era Hijo de Dios y que había derramado su sangre, que es la que nos purifica de todo pecado y lo constituye en propiciación nuestra y de todo el mundo.
¿Quiénes fueron estos falsos profetas y doctores? Algunos escritores antiguos, como San Ireneo, creen que San Juan alude en esta carta a los errores de Cerinto. Este enseñaba que Jesús no era el Hijo de Dios, pues el Verbo habría habitado en él sólo transitoriamente. Jesús había nacido -según él- de María y José, conforme al orden natural, y en el bautismo el Verbo había descendido sobre él, permaneciendo con él hasta la pasión, y después le abandonó. Por otra parte sabemos que San Juan se encontró con Cerinto en Éfeso. Por eso, tal vez San Juan Apóstol se proponga en esta epístola confutar dichos errores y confirmar a los cristianos en la fe. Otros autores, como Bonsirven y Schnackenburg, piensan que San Juan combate en su primera epístola las diversas formas de gnosticismo, que ya habían comenzado a difundirse a fines del siglo I y que se desarrollarán plenamente en el siglo II.
La finalidad de la 1Jn es, por lo tanto, la misma que la del cuarto evangelio: probar que Cristo es Dios y que en Cristo encontramos la vida eterna y quedamos unidos por medio de El a Dios.

Tiempo y lugar de composición

"El tono de la epístola -dice Charue- es el de un anciano que se dirige a generaciones más jóvenes, de un meditativo que ha penetrado profundamente y vivido largamente la revelación del Maestro y la enseñanza de la Iglesia primitiva. Todo, en la doctrina y en su expresión, manifiesta que estamos en la época del cuarto evangelio, sin duda un poco después de la publicación de éste." La razón es que los temas teológicos que se encuentran en la 1Jn están más desarrollados que los del evangelio e incluso parece que el autor de la epístola supone conocido el evangelio por sus lectores. La 1Jn ha de ser considerada como uno de los escritos más tardíos del Nuevo Testamento. Es una obra de larga maduración y meditación, en donde están reunidos los datos esenciales del dogma, de la moral y de la mística cristiana.
La composición de la 1Jn habría que colocarla en una época posterior a la redacción del Apocalipsis, porque la situación creada por la herejía parece haber mejorado en la epístola con relación al Apocalipsis. La fecha de composición, por consiguiente, se podría fijar entre la redacción del Apocalipsis (entre 90-96) y la muerte de San Juan (hacia el 100).
Como lugar de composición suele señalarse Éfeso, la ciudad en donde vivió y murió el apóstol. Sin embargo, no existen argumentos positivos.

Doctrina de la 1Jn

La 1Jn puede considerarse como un resumen de la teología de San Juan. Merece ser tenida como el prototipo de la teología espiritual cristiana. La riqueza doctrinal de esta epístola es notable. El apóstol expone en forma práctica las verdades más importantes del Evangelio, que le sirven de base para su instrucción moral.
Para San Juan, Dios es luz. Los cristianos han de caminar en esta luz si quieren tener comunión con El. Dios es santidad. Para ser hijos de Dios hay que evitar el pecado y ser santos. Dios es amor. Y para participar del amor de Dios es necesario amar a los demás cristianos.
Jesucristo es el punto central de su doctrina: Él es el Verbo que se manifestó al mundo; Él es el Hijo de Dios, el Unigénito, el Verbo de vida. El que niegue esto tendrá el espíritu del anticristo. El Padre envió a su Hijo al mundo para manifestar su amor por la humanidad. Jesucristo se entregó a la muerte para redimirnos, nos purificó del pecado por medio de su sangre, y se convirtió en nuestra propiciación, mereciéndonos la unión con Dios y el poder ser hijos de Dios. En Cristo está la vida eterna, y si nos unimos a Él por medio de la gracia, conseguiremos la vida eterna.
En la 1Jn se insiste particularmente sobre la divinidad de Cristo. Este aparece más trascendente que en el cuarto evangelio. Se le atribuyen todas la prerrogativas del Padre, porque con Él tiene una misma naturaleza y actividad.
La 1Jn también nos habla de la vida nueva del cristiano. Los cristianos han nacido de Dios, y son hijos de Él. En la vida presente gozan de una íntima unión con Dios, de modo que Dios mora en ellos, y después de esta vida verán a Dios tal como es. Los cristianos han de practicar la caridad fraterna, porque sin ella no serán hijos de Dios, sino que caminarán en tinieblas. El que no ama a sus hermanos no puede amar a Dios.

Lengua y estilo de la 1Jn

La 1Jn es considerada como epístola por la Vulgata y por la mayoría de los autores antiguos. Sin embargo, hablando en sentido estricto, no es una carta, pues le faltan elementos formales externos propios del género epistolar: el encabezamiento, los saludos iniciales y la despedida. Por otra parte, como la carta contiene trozos parenéticos, sería mejor considerarla como una especie de cartas homilética dirigida a las iglesias del Asia Menor conocidas de San Juan.
El estilo y la lengua de la 1Jn son muy parecidos a los del cuarto evangelio. El autor sagrado expresa las grandes verdades de la vida divina, sobrenatural, con un vocabulario reducido y una frase muy sencilla. Aunque escribe el griego Koiné con suficiente corrección, se advierte inmediatamente que es un semita hablando arameo el que escribe. Esto explica la tendencia al paralelismo y a las antítesis: luz y tinieblas, amor y odio, Dios y el diablo. También emplea la inclusio, a la manera semítica. La mayoría de las proposiciones son unidas por ?a?, como se hace en hebreo por medio del wau; en cambio, escasean las partículas de y yap. Las preposiciones varían poco. Emplea sobre todo dos: e? y e?. Usa con bastante frecuencia la expresisn p?? s con el participio, y el artículo seguido del participio (47 veces).
San Juan es un místico contemplativo que imprime significación profunda a las palabras más sencillas. Con una impresionante simplicidad sabe producir efectos admirables y comunicar majestad y grandeza a sus escritos. El paralelismo, la uniformidad de las frases, la repetición de las palabras, la predilección por el estilo directo, la yuxtaposición de sentencias sencillas y precisas, el énfasis que da a ciertas palabras e ideas, todo impresiona vivamente el espíritu y la imaginación del lector. Tiene las ideas fundamentales siempre presentes al pensamiento. A veces las deja para volver después sobre ellas. Es un estilo que progresa en forma que podríamos llamar circular: un estilo de ondas concéntricas, en que las ideas se suceden progresivamente. "Juan -como dice el P. Alio- completa lentamente su idea. Primero la da en conjunto; después la analiza, variando un poco o repitiendo sus expresiones. Se diría que el evangelista no ha agotado jamás sus conceptos, tan vastos son, mientras que son tan restringidos sus medios de expresión." Por eso, generalmente no hay ilación lógica de pensamiento en la 1Jn; sin embargo, se puede percibir un desarrollo coherente. La solemnidad y la unción con que está escrita esta epístola hacen que sean impresionantes las amonestaciones del apóstol.

Integridad de la 1Jn

El texto griego ofrece pocos problemas textuales. Sin embargo, la Vulgata nos presenta un pasaje que plantea un grave problema de crítica textual. El texto suena así: "Quoniam tres sunt qui testimonium dant in cáelo: Pater, Verbum et Spiritu Sanctus, et hi tres unum sunt. Et tres sunt qui testimonium dant in térra: Spiritus et aqua et sanguis, et hi tres unum sunt." Las palabras subrayadas han recibido el nombre de Comma loanneum. Este texto no se encuentra en ningún manuscrito griego, excepto en cuatro tardíos. Falta también en todas las versiones orientales antiguas. Y aunque se encuentra en la mayor parte de los manuscritos latinos, sin embargo, falta también en los mejores y más antiguos Mss de la Vetus Latina y de la Vulgata. Los códices más antiguos de la Vulgata (AmiatinuSy Fuldensis, Armachanus, Sangermanensis, Vallicellanus) no tienen el Comma. Lo tienen, en cambio, los códices posteriores al siglo IX (Cavensis, Lemovicensis, Complutensis, Toletanus). Por lo dicho se puede suponer con fundamento que el Comma no se leía en la Vulgata primitiva.
Antes de Prisciliano, obispo de Avila († 380), ningún Padre de la Iglesia, sea griego o latino, aduce este texto; lo cual resultaría inexplicable si se hallase en la 1Jn, ya que lo habrían utilizado, a no dudarlo, en las controversias trinitarias.
La primera atestación segura del Comma se encuentra en un escrito priscilianista español llamado el Líber Apologeticus, atribuido a Prisciliano por muchos autores; otros, siguiendo a dom G. Morin, lo atribuyen a Instancio, discípulo de Prisciliano. En el texto priscilianista los testimonios terrestres están delante de los celestes: "Sicut lohannes ait: tria sunt quae testimonium dicunt in térra aqua, caro et sanguis, et haec tria in unum sunt, et tria sunt quae testimonium dicunt in cáelo Pater, Verbum et Spiritus, et haec tria unum sunt in Christo lesu." Después de Prisciliano los tres testimonios celestes son citados frecuentemente en los documentos españoles y africanos.
Los estudios modernos sobre la autenticidad del Comma llevan a las conclusiones siguientes:
a) El Comma no es auténtico, sino una interpolación en el texto latino de la Vulgata. En la Iglesia primitiva era desconocido tanto en Oriente como en Occidente.
b) En Oriente nunca fue aceptado; en cambio, en Occidente, sí. Pero hay que distinguir dos épocas: en la primera época es desconocido por todos los testimonios (Vetus Latina, Tertuliano, San Cipriano, San Hilario, San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín, Lucífero Cal.), excepto en España, en donde comienza a aparecer.
c) En España revistió dos formas: una ortodoxa, a través de la Vetus Latina, y otra con elementos heréticos, bajo la influencia de Prisciliano. La forma priscilianista tal vez dependa de la exégesis alegórica de San Cipriano, sobre los tres testigos terrestres nombrados por San Juan.
a) Al principio debió de ser probablemente una nota marginal existente en los manuscritos latinos de la 1Jn. Hacia mediados del siglo IV pasó del margen al texto en algún códice de la Vetus Latina copiado en España. En el siglo ? entró en la Vulgata, como nota marginal, en la recensión de San Peregrino. En el siglo VII San Isidoro de Sevilla lo trasladó del margen al texto. A partir del siglo XII fue introducido en las demás recensiones de la Vulgata debido a la influencia y difusión del texto hispánico de la Vulgata, a la autoridad de un prólogo a las epístolas católicas atribuido falsamente a San Jerónimo y a la naturaleza teológica del texto, de tanta utilidad para las demostraciones escolásticas.
Sobre la autenticidad del Comma se comenzó a disputar ya en el siglo XVI. Erasmo de Rotterdam lo suprime en las primeras ediciones de su Nuevo Testamento griego (1516-1519). Pero la controversia se agudizó sobremanera en el siglo XIX cuando todas las ediciones críticas del Nuevo Testamento lo excluían basándose en razones críticas. Muchos católicos, sin embargo, lo defendían, apoyándose en razones teológicas, principalmente en el decreto del concilio de Trento, según el cual han de ser recibidos todos los libros íntegros, con todas sus partes, tal como se leen en el texto de la Vulgata.
La Iglesia católica, ante las dudas de algunos católicos, respondió con un decreto del Santo Oficio (13 de enero de 1897), en el que declaraba que no se podía negar tuto sin peligro, ni siquiera poner en duda la autenticidad del texto de la 1Jn 5, 7. Sin embargo, seis meses después, el cardenal Vaughan, deseoso de pacificar ciertos ambientes ingleses excitados por la decisión del Santo Oficio, obtuvo de personas autorizadas la seguridad de que la Sagrada Congregación no había intentado cerrar el debate. Y, en efecto, varios autores católicos prosiguieron el estudio crítico del Comma. El arzobispo de Friburgo, en Brisgovia, concedió el Imprimatur para la publicación de una memoria de K. Künstle en la que negaba el origen joánico del Comma y lo atribuía a Prisciliano. Las discusiones continuaron. Y, finalmente, el 2 de junio de 1927 el Santo Oficio publicaba una interpretación oficial del decreto de 1897, en la que precisaba: "Este decreto fue dado para frenar la audacia de los doctores privados que se arrogaban el derecho de rechazar enteramente la autenticidad del Comma joánico, o, al menos, la ponían en duda con un juicio definitivo. No quiso de ninguna manera impedir que los escritores católicos examinaran el asunto más profundamente y se inclinaran, después de haber ponderado bien en todas sus partes los argumentos con la moderación y prudencia que requiere la gravedad de la cuestión, hacia la sentencia contraria a la autenticidad, con tal de que se mostrasen dispuestos a someterse al juicio de la Iglesia, a la cual fue confiado por Jesucristo el encargo no sólo de interpretar las Sagradas Escrituras, sino también el de custodiarlas con fidelidad." Con esta declaración la controversia quedó resuelta. Y hoy día los exegetas se pronuncian unánimemente en contra de la autenticidad joánica del Comma. El decreto del concilio de Trento, que define "sagrados y canónicos los libros íntegros con todas sus partes en la medida en que fueron usados por la Iglesia en el decurso de los siglos y pertenecen a la Vulgata Latina", no se opone a la manera de pensar de los escrituristas. En efecto, la Iglesia griega y las Iglesias orientales nunca admitieron el Comma. Y éste no se encontraba en la verdadera Vulgata de San Jerónimo.

Plan de la 1Jn

Muchas han sido las divisiones propuestas por los autores, sin que ninguna sea satisfactoria. La epístola no sigue un plan lógico, sino más bien analítico. El P. F. M. Braun la divide de este modo: una corta introducción (1Jn 1, 1-4); cuatro grandes temas, que son presentados en dos partes (1Jn 1, 5-1Jn 2, 28 y 1Jn 2, 29-1Jn 4, 6), correspondiéndose paralelamente. Una tercera parte (1Jn 4, 7-1Jn 5, 12), sobre la fuente de la caridad y de la fe, completa las dos anteriores. Sigue la conclusión (1Jn 5, 13) y dos complementos (1Jn 5, 14-17 y 1Jn 5, 18-21).
1) Introducción: Testimonio sobre el Verbo, principio y fuente de vida (1Jn 1, 1-4).
2) Primera parte: El cristiano ha de caminar en la luz (1Jn 1, 5-1Jn 2, 28). Principio: Caminar en la luz (1Jn 1, 5-7).
a) Romper con el pecado (1Jn 1, 8-1Jn 2, 2).
b) Observar los mandamientos (1Jn 2, 3-11).
c) Guardarse del mundo (1Jn 2, 12-17).
d) Desconfiar de los anticristos (1Jn 2, 18-28).
3) Segunda parte: El cristiano ha de vivir como hijo de Dios (1Jn 2, 29-1Jn 4, 6. Principio: Vivir como hijos de Dios (1Jn 2, 29-1Jn 3, 2).
a) Romper con el pecado (1Jn 3, 3-10).
b) Observar los mandamientos (1Jn 3, 11 -24).
c) Guardarse del mundo (1Jn 3, 13; 1Jn 4, 5-6).
d) Desconfiar de los falsos profetas (1Jn 4, 1-4).
4) Tercera parte: La fuente del amor y de la fe (1Jn 4, 7-1Jn 5, 12).
a) Hay que amar, pues Dios es amor (1Jn 4, 7 - 1Jn 5, 4).
b) Hay que creer, pues no hay nada más grande que el testimonio de Dios (1Jn 5, 5-12).
5) Conclusión: Objeto del escrito (1Jn 5, 13).
6) Apéndices:
a) La oración por los pecadores (1Jn 5, 14-17).
b) Resumen de la epístola (1Jn 5, 18-21).