- Introducción
- Personalidad del autor
- Contenido y estructura del libro.
- Lengua y lugar en el canon
- Autenticidad
- Canonicidad
Introducción
Personalidad del autor
Baruc (en heb. Baruj: "Bendito"), el inseparable compañero y secretario de Jeremías, parece que pertenecía a la nobleza de Jerusalén. Hacia el 604 a.C. aparece ya como secretario del profeta, y más tarde coopera con éste en la compra del campo de Anatot. Después de la caída de Jerusalén (586) y de la muerte del gobernador Godolías, fue conducido con su maestro Jeremías a Egipto. Hacia el 582 aparece en Babilonia con un mensaje de esperanza a los exilados, sin duda enviado por el propio Jeremías. En 581 aparece de nuevo en Jerusalén para traer parte de los vasos sagrados y llevar una colecta de dinero a los judíos que habían quedado en Palestina; y les leyó su libro en la fiesta de los Tabernáculos.
Contenido y estructura del libro.
Según la Vg, el llamado libro de Baruc tiene dos partes: los Ba 1, 1-Ba 5, 9, del propio Baruc, y el Ba 6, 1-72, que contiene una epístola de Jeremías. Ambas partes aparecen claramente separadas en los LXX. El libro propiamente atribuido a Baruc suele ser dividido en cuatro partes:
1. Introducción histórica (Ba 1, 3-14): Lectura del libro ante los exilados. Colecta de dinero y transmisión de ésta a los habitantes de Jerusalén.
2. Confesión y plegaria de los judíos exilados (Ba 1, 15-Ba 3, 8).
3. Panegírico de la sabiduría (Ba 3, 9-Ba 4, 4).
4. Triple exhortación (Ba 4, 5-Ba 5, 9): a la fidelidad a la Ley, a la paciencia y a la esperanza.
Lengua y lugar en el canon
Sólo poseemos el texto griego del libro de Baruc, y por ello ha sido considerado como deuterocanónico. Las versiones Vetus latina (actual de la Vg, pues San Jerónimo no hizo traducción especial) y las siríacas Peshitta y hexaplar están hechas sobre el texto griego. No obstante, es común entre los autores el suponer la existencia de un texto hebraico primitivo del que se deriva la traducción de los LXX, pues se encuentran muchos hebraísmos e incluso confusión de palabras parecidas hebreas, por el traductor. Recientemente se ha discutido el origen hebraico del fragmento Ba 3, 9-5 y Ba 6, 1-72, porque reflejan un griego sumamente clasicista.
Autenticidad
La opinión tradicional es que este libro es de Baruc, secretario de Jeremías, como reza el título del mismo: "Palabras que escribió Baruc, hijo de Nerías., en el año quinto, después que los caldeos tomaron Jerusalén y la incendiaron". Dadas las múltiples alusiones al libro de Jeremías, el libro de Baruc y la Epístola de Jeremías se citaban con el nombre de Jeremías en los primeros siglos, y ésta es la razón de que Baruc falte en la enumeración de muchos catálogos canónicos.
Sin embargo, los comentaristas modernos difícilmente reconocen la paternidad literaria del secretario de Jeremías a este opúsculo que lleva el nombre de Baruc. Las razones son, sobre todo, de índole histórica: la introducción histórica (Ba 1, 1-14) parece totalmente artificial y llena de inexactitudes históricas difícilmente comprensibles en un autor que viviera en Babilonia en los primeros años del exilio. Así, no es fácil que el rey Jeconías –encarcelado– asistiera a la lectura del libro de Baruc. También parece extraño lo que se dice del retorno de los vasos sagrados llevados por Nabucodonosor, y el ruego a los judíos que están en Palestina para que oren por Nabucodonosor y por su hijo Baltasar (que fue hijo de Nabónides, último rey de Babilonia). Además, se dice que el sumo sacerdote de Jerusalén era Joaquim, cuando sabemos por 1Cro 6, 15 que el sumo sacerdote era Josedec, que estaba en Babilonia y no en Palestina.
Es rara también la suposición de que sobre las ruinas humeantes del templo continuaran los sacrificios normalmente, cuando sabemos que el altar de los sacrificios fue reedificado después de la repatriación. Por otra parte, se sugiere que Ba 1, 15-Ba 2, 18 depende de Dn 9, 4-19, que es de la época macabea (166-165 a.C.).
A esta argumentación contestan los mantenedores de la tesis tradicional que se puede suponer que el rey Jeconías gozara de una libertad relativa, y así es concebible que escuchara la lectura de Baruc. Por otra parte, el sacerdote Joaquim puede considerarse como un representante de Josedec en Palestina. Respecto de los sacrificios en las ruinas del templo, sabemos por Jr 41, 5 que se continuaban ofreciendo sacrificios en el lugar del templo después de su destrucción. En cuanto a la mención de Baltasar como hijo de Nabucodonosor, dicen estos autores que bien pudiera ser un hijo desconocido de éste, aparte de su heredero Evil-Marduk. Respecto de la supuesta dependencia de Ba 1, 15-Ba 2, 18 de Dn 9, 4-19, pueden invertirse los términos, ya que en Daniel el fragmento parece desplazado del contexto, de forma que probablemente es una adición posterior. La semejanza de Ba 5, 5-9 y el salmo de Salomón Sal 11, 2-7 puede mejor explicarse suponiendo que éste depende de aquél. Por otra parte, Ba 1, 15-Ba 3, 8 y Ba 3, 9-Ba 5, 9 tienen gran afinidad con textos del libro de Jeremías, si bien Ba 4, 36-Ba 5, 9 tiene analogías con el Deutero-Isaías.
Los que niegan a Baruc, secretario de Jeremías, la paternidad literaria de este libro, suelen proponer como época de composición del mismo la de la dominación persa seléucida, y así explican la ausencia de este escrito en el canon judaico. Algunos autores más radicales dan como fecha de composición la que sigue a la destrucción de Jerusalén por Tito (70 a.C.), porque, fuera de la catástrofe del 586, no ha habido otra destrucción del templo de Jerusalén hasta la definitiva por las tropas romanas. Entre los católicos no faltan quienes sostengan que parte del libro de Baruc es posterior al contemporáneo de Jeremías. Así, P. Heinisch supone que Ba 3, 9-Ba 4, 4 es posterior al exilio, mientras que Ba 4, 5-Ba 5, 9 sería de fines del destierro. A. M. Dubarle coloca la composición de Ba 3, 9-Ba 4, 4 en la mitad del siglo IV a.C..
Canonicidad
El libro de Baruc no figura en el canon judaico; sin embargo, hay indicios de que formó parte de él por algún tiempo, pues además de haberlo traducido los LXX, Teodoción –que sólo tradujo los libros canónicos judaicos– lo vertió al griego. Por otra parte, Baruc aparece en las antiguas listas judaicas con el título de "Jeremías con Baruc, Lamentaciones y la Epístola". Además, sabemos por ciertos testimonios cristianos primitivos que Baruc era leído en las sinagogas. En la tradición cristiana es común la aceptación de Baruc como canónico e inspirado. Sólo en el siglo IV hay dudas transitorias sobre su canonicidad, debidas a la posición de San Jerónimo. A pesar de la opinión adversa de éste, la Iglesia lo recibió en el canon entre los deuterocanónicos.